Por: Arisbel Garay

En el momento en que una empresa se ve en una situación amenazante es importante hacer un análisis que permita clasificar cuál es el nivel de riesgo, a partir de parámetros claros, para evitar caer en alguno de los dos extremos: sobredimensionar o minimizar un suceso crítico.

Ponderar asertivamente el nivel de riesgo que un suceso representa para la compa­ñía, permitirá tomar decisiones, contener la situación, capitalizar los aprendizajes y recuperarse con el menor costo para la empresa u organización.

La evaluación de riesgos es una responsa­bilidad que recae en el Líder de Gestión de Crisis de la compañía, para lo cual un esquema de colores como el de un semáforo es de gran utilidad en la determinación del nivel de gravedad de la crisis y el esquema de acción a seguir.

El color verde en nuestro esquema de control de riesgos corresponde a aquellos sucesos que no representan un peligro de alta magnitud  para la organización y podríamos clasificar como un issue, pero que requieren acciones, vigilancia y control de daños para evitar que escalen. En su manejo no se necesita la intervención del Comité de Crisis en pleno, dado que el Líder de Gestión de Crisis por sí mismo establece los pasos a seguir y solo mantiene informa­ do al Comité de lo ocurrido, así como su seguimiento hasta que se haya controlado la situación.

Los otros colores de nuestro semáforo corresponden a los casos que sobrepasan un issue y que son clasificados como crisis por su potencial de dañar a las personas, instalaciones,  la operación,  las finanzas o la reputación de una empresa u organización. Cunto más altos sean estos riesgos, mayor sera la gravedad de la crisis, que en su punto más crítico o son identificadas con el color rojo. Es en cualquiera de estos escenarios en los que se activa en pleno el Comité de Crisis.

Para clasificar una situación de riesgo dentro del esquema de semáforo se debe evaluar la información disponible al momento y responder una serie de preguntas, cuyas respuestas nos darán el parámetro para definir la gravedad de la situación a la que nos enfrentamos. Este proceso se repite a lo largo del desarrollo de la situación, para evaluar la efectividad de las medidas tomadas para darle solución y recalibrar el plan hasta haber mitigado el riesgo para la compañía u organización.

Las preguntas a responder y la ponderación de cada una de las respuestas son parame­trizadas según la compañía y sector del que se trate y proporcionan la agilidad necesaria para establecer esquemas de acción y responsables, de acuerdo con lo que se requiere en una situación de esta naturaleza.

Al gestionar una crisis con este esquema de control de riesgos, buscamos que con las acciones tomadas para resolver una situación que pudo haber iniciado incluso en rojo, logremos llegar al color verde en el que habrá que mantenerse vigilantes y hacer control de daños, pero nos permitirá continuar con la operación habitual y mejorar nuestros procesos con base en lo aprendido.