Por Alba Vela

Hace unas pocas semanas la Procuraduría Federal del Consumidor tomó la decisión de solicitar el retiro de 25 SKUS de todos los anaqueles del país en la categoría de quesos y yogurts, con el argumento de que estos productos incumplieron con aspectos relativos a la información que entregaban al público en su etiquetado.

En uno de los casos, el producto omitía datos del país en el que se produce; en otro se afirmaba que estaba hecho 100 por ciento de leche de vaca cuando en algún porcentaje había grasa vegetal, y en otro más grave la Profeco consideró que había publicidad engañosa tanto en el nombre como en la promesa de venta del producto. Esto, solo por mencionar tres productos.

De inmediato la respuesta de las empresas salió a la luz con posturas en contra de la determinación de la Procuraduría. Lala, por ejemplo, acusó que se trató de una mala decisión de las autoridades, mientras que Mondelez afirmó que la prohibición estaba totalmente infundada; y Danone, por su parte, habló de que la inmovilización de mercancía era extemporánea pues ya se habían modificado las etiquetas del producto señalado por Profeco.

Por su parte, organismos que integran al gremio como la Cámara Nacional de Industriales de la Leche (Canilec) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) buscaron aligerar el terremoto, diciendo que ya había charlas entre la autoridad y las empresas, por lo que esto no afectaría a las marcas pues se trató de solo ciertos productos, de manera que los consumidores podían seguir comprando con la confianza de que la mayor parte de los las marcas cumplen cabalmente con las regulaciones correspondientes.

Al final del día las empresas acataron las determinaciones de Profeco y los productos seguramente ya están de nuevo a la venta. Vimos, como consumidores de información, un escenario de golpeteo y franco enfrentamiento entre la autoridad y las empresas, que no es común al menos a nivel público, y nos queda la duda de saber si Profeco actuó en tiempo y forma o como dicen las empresas, las recomendaciones ya estaban siendo acatadas por ellos.

No solo con el nuevo etiquetado de productos que por cierto, también tiene de pestañas a esta industria, sino ahora con el gancho al hígado propinado por parte de Profeco, la industria de los lácteos en México está sufriendo. Ni se diga además gracias a la comunicación de las llamadas “leches vegetales” que pone en jaque a la lecha tradicional desde su origen y naturaleza.

Son varios frentes desde los cuales las empresas que producen y comercializan lácteos deben estar alerta, pues sin duda, estos episodios tienen consecuencias reputacionales y de posicionamiento, que al final pueden redundar en lo más importante a nivel comercial: consideración, compra y recompra.