Por Fernando Moyao

En el contexto actual no es exagerado hablar de la “digitalización de la vida”, pues desde hace más de seis meses actividades como trabajo, clases, compras, servicios y, en especial, la convivencia social y el entretenimiento, ocurren en línea, aun en un país en el que apenas 20.1 millones de hogares cuentan con una conexión a Internet, según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), recabados en 2019.

 

Controlar la tecnología nos permite usar todo su potencial y disfrutar de sus ventajas, un ejemplo de ello es que el home office significó una solución para que muchas personas y empresas continuaran operando durante la contingencia sanitaria, y con ello, mitigar en alguna medida, el impacto económico.

No obstante, desde hace algunos años, varios expertos alrededor del mundo llamarón la atención sobre las consecuencias que la “hiperconectividad” puede tener en la salud de las personas. Esta preocupación generó el concepto de “bienestar digital”, que en pocas palabras se refiere a desarrollar una relación saludable con la tecnología para que podamos disfrutar de todos sus beneficios y, a la vez, mantener el control.

La necesidad de ejercer el bienestar digital es más tangible hoy: en un hogar  en  México,  en  promedio, pueden estar conectadas cuatro personas al mismo tiempo a su trabajo, redes sociales, servicios de streaming y clases en línea hasta altas horas de la noche. En este sentido, la tecnología se convierte más en un distractor que en una herramienta que nos facilita la vida.

¿Cómo lograr un equilibrio entre nuestra vida on y offline? Algunos expertos señalan que es necesario crear tiempos libres de tecnología que incentiven la convivencia familiar y ayuden a generar vínculos con personas cercanas, incluso con nosotros mismos.

Para los más reacios, la misma tecnología nos da la respuesta: hoy existen aplicaciones y cursos de bienestar digital, que van desde controles parentales, hasta la generación de reportes de hábitos de navegación y uso de apps que permiten limitar los tiempos y horarios de uso.

En lo que se refiere a los factores externos, como el tiempo de disponibilidad para la oficina, existe un largo camino por recorrer, apenas en el segundo semestre de 2019 se había legislado en México sobre el teletrabajo como prestación, hoy es un esquema laboral formal.

Lo importante es entender que el botón de on-offline está en uno mismo, y consiste en establecer reglas claras al respecto, que sirvan como ejemplo en nuestro entorno para poner los límites necesarios que nos permitan tener tiempo de calidad para nosotros, la familia y la vida social fuera de la red.