Por Paola de la Barreda

Las formas y estilos para desarrollar storytelling son infinitas. Aun así, encontrar una manera realmente original de hacerlo no es nada fácil y, por ende, no sucede con frecuencia. Sin embargo Alfonso Cuarón, con ROMA, se ha dado el lujo de lograrlo y con ello nos ha dejado una gran fuente de inspiración y varias lecciones. Veamos algunas de ellas:

  • Una ejecución diferente promueve un resultado original:

Cuarón se salió de la estructura tradicional de entregar el guion completo y de forma anticipada a los actores y equipo técnico. Además, lo filmó todo en el orden cronológico de la historia, seguramente con retos logísticos pero logrando un resultado diferente y apremiante.

  • El lenguaje corporal dice más que las palabras:

En lugar de dar notas precisas y un guion completo a los actores, para muchas escenas se limitó a dar algunas indicaciones, y en ocasiones hasta encontradas, a los diferentes personajes de una misma escena. Así, por ejemplo, daba las líneas a uno de los niños mientras que al hermano con quien debía interactuar le insinuaba que debía reaccionar a una determinada línea o acción. Eso promovió actuaciones más naturales y humanas, más allá de una buena interpretación.

  • Todo en el contexto comunica:

Cuarón nos quiso reflejar sus recuerdos de la niñez. En ese sentido, la foto en blanco y negro, la producción de Eugenio Caballero quien recreó de forma impecablemente cuidada la colonia Roma de los setenta, y los sonidos de la época, entre otros elementos, hicieron que la nostalgia brotara fácilmente de todos los espectadores, en especial de los de la “generación X” y mayores.

  • No todo debe expresarse de forma textual:

La película está llena de simbolismos, imágenes y comentarios que parecen menores, pero que reflejan emociones y situaciones complejas de la psicología de los personajes, de las diferencias sociales, de temas de género y muchos aspectos que, si se hubieran detallado, habrían dado material suficiente para un libro o una miniserie.

Finalmente, hablando de comunicación y de una campaña asertiva, me parece genial la forma en que lanzaron la película. Más allá de la estrategia internacional (tema suficiente para otra reseña), en México la estrenaron únicamente en salas como la Cineteca Nacional, el Instituto Francés de América Latina (IFAL) y el cine Tonalá, a donde vamos los cinéfilos. Esto generó mucho word of mouth positivo y, al mismo tiempo, demasiada expectativa por parte de quienes esperaron hasta que llegara a las salas comerciales o a la TV vía streaming. Para cuando se dio el estreno masivo, el buzz era tal que la vio mucha más gente de la que seguramente lo hubiera hecho de no haberse dado ese nivel de conversación. En gran medida la estrategia fue polémica, dado que hay muchos detractores, pero el efecto de “teaser” al final fue extraordinario… haya sido Cuarón, Netflix, o ambos.

En PRP “sabemos contar historias”, pero afortunadamente nuestro enfoque de desarrollo de contenidos y comunicación no es cinematográfico, porque Cuarón puso una vara muy alta. Así que para nuestro quehacer, lo tomaremos como fuente de inspiración.