Por Pablo González, Consultor digital

El miércoles 9 de agosto de 2017, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos divulgó una lista de personajes ligados económicamente con el supuesto narcotraficante Raúl Flores Hernández en la que aparecieron los nombres del futbolista seleccionado nacional Rafael Márquez y del cantante Julión Álvarez, sin embargo, sus respuestas ante este hecho tuvieron diferentes repercusiones en la opinión pública. La acusación es seria, puesto que representa la relación con el presunto delincuente acusado de lavar dinero del narcotráfico.
Cada uno reaccionó de distinta forma, muy a su estilo. Por un lado, el cantante de música regional inmediatamente se pronunció a través de Facebook Live desde su rancho en Chiapas donde afirmó que las publicaciones en medios de comunicación eran “por envidia”. Al día siguiente convocó a una conferencia de prensa en la Ciudad de México que duró cerca de una hora donde respondió sin filtro las preguntas de la prensa (de política y espectáculos) y afirmó que sí conocía a Raúl Flores, pero enfatizó que no eran amigos ni hizo negocios con él. Esta declaración fue muy reseñada al día siguiente.
Por otro lado, Rafael Márquez acudió primero a la PGR para declarar de forma voluntaria y después leyó un comunicado ante periódicos y cadenas de radio y televisión (de política y deportes) sin ofrecer espacio para preguntas. Lo que para la prensa resultó una reacción sensata y mesurada de acuerdo a la gravedad de la situación.
En redes sociales el tema fue muy comentado con más de medio millón de menciones. El futbolista tuvo un mejor posicionamiento con 58% de las menciones positivas, mientras que el cantante grupero fue calificado con 52% de opiniones negativas. Resaltaron comentarios como “de Julión se esperaba, pero de Rafa no”, lo que confirma un imaginario social donde una figura pública puede estar blindada y otra susceptible al juicio de la audiencia, aunque la acusación y las acciones emprendidas por los señalados fueron básicamente las mismas.
Los mensajes públicos del futbolista y el cantante fueron similares: negar las acusaciones y asesorarse legalmente. La diferencia estuvo en la forma de comunicar y de enfrentarse a los medios; por un lado Márquez fue cauteloso y buscó controlar en todo momento la información; en cambio, Álvarez se fue por el camino de la apertura, que lo expuso a todo tipo de preguntas, tanto naturales como tendenciosas. Si bien el caso aún no se ha cerrado y la investigación definirá la responsabilidad de cada uno, las estrategias de comunicación emprendidas por Márquez lo protegieron de la opinión pública, y por tanto estuvo mejor asesorado.